Hurra! Música 2014
-⭐⭐⭐★-
Tras su trabajo en el seno de Carrots, Vicente Macià “Willy”, ex-guitarra, cantante y compositor del psicodélico combo barcelonés se dio a a conocer bajo un nuevo alter ego artístico: Pigmy. "Miniaturas", aparecido allá por 2007, significó su espléndido debut sobre formato de larga duración como artista en solitario. Sin duda diferente, aunque sin perder de vista algunas de las influencias estilísticas y sonoras que habían marcado su devenir artístico hasta aquel momento, en su nueva faceta de cantautor pop se revelaba, haciéndolo en castellano, pero como un intérprete aún más íntimo y dúctil que antaño.
Autor de preciosas letras y compositor de embriagadoras melodías, la simbiosis de ambos talentos se materializó en maravillas como ‘Válsamo’, ‘Hoy’, ‘Miento más’, ‘Piedras y guisantes’ o ‘Lantana’. Temas que le retrotraían a uno en el recuerdo a los tiempos gloriosos en los que el trabajo y joyas de gigantes como Cat Stevens, Simon & Garfunkel, Donovan o Nick Drake –coincidentes con nuestro protagonista de hoy en cuanto a sensibilidad y brillantez musicales, no es ninguna “boutade”– daban dignidad al panorama musical internacional.
En su caso, Pigmy se ha convertido en un perfecto alquimista a la hora de construir hermosísimas composiciones tejidas a medio camino entre el pop y el folk, pero que conservan cierto fulgor de los aires psicodélicos que siempre han marcado a su autor e intérprete.
Como no podía ser de otro modo, ¡bendito-maldito país!, "Miniaturas" pasó lo desapercibido que suelen las obras excepcionales pero que navegan contracorriente, quedando para solaz de unos pocos sibaritas que lo tenemos en nuestra discoteca y entre los predilectos que nos llevaremos a la isla.
El disco en cuestión, una entrega en formato de doble vinilo de no sé cuántos gramos –¡por supuesto!–, disponible asimismo en CD, y presentada de forma MARAVILLOSA mediante un precioso y cuidado “art work” de estética innegablemente “steampunk” (obra de Oscar Sanmartín Vargas), nos la Historia de Tomás, ese ratón capaz de interpretar el Alma de sus semejantes a través de las canciones y que así lo hace a través de este viaje fascinante llamado "Hamsterdam", haciendo que te identifiques de inmediato con su vulnerabilidad pero, también, con su profunda intuición, honestidad y ternura. La Psicodelia, el Pop orquestado y ligeramente Barroco, las melodías redondas, los arreglos adecuados y los ecos de los principales referentes de un Pigmy en absoluto estado de gracia se cuelan en este esperado álbum que colmará con creces las expectativas de una base de seguidores que promete multiplicarse después de dar un plácido y amable paseo por sus canciones.
La escucha en conjunto de la obra, por que hay realizarla sin pausas, de principio a fin, y concentrados al máximo, para no perder detalle, acaba resultando una experiencia absolutamente deliciosa. Escuchen de forma atenta y con parismonia, si hace falta, los textos. A la vez, oníricos e irreales, poéticos y sorprendentemente hermosos, y a la altura de lo mejor que se haya podido escribir nunca en materia pop de nuestro país. Gocen en plenitud de melodías tan preciosas, instrumentaciones tan ricas y grandilocuentes y de unos arreglos abigarrados pero envolventes y adictivos, que visten de suntuosos ropajes musicales a composiciones excepcionales con letras para ser cantadas, como ‘Abriendo el retablo’, ‘Pan y música’, ‘Pastor’, ‘Febrero’, ‘Buscador de oro’, ‘Me enamoré de una perra’, ‘Martillo al dedo’, ‘El buho’, ‘La rueda’, ‘El gato y el ratón’, ‘Soldadito de plomo’, ‘Si’, o la que otorga título a la colección y da continuidad discursiva al álbum que las acoge. A destacar, por último y no menos relevantes, unos instrumentales muy bien hilvanados como ‘A.M.’, ‘Cajas de música’ o ‘No’ que, cual eslabones de una cadena, acompañan, entre canción y canción, a unos pequeños textos explicativos ofrecidos para seguir mejor la historia.
Como "Miniaturas", este "Hamsterdam", de Pigmy venderá más o menos –así es este negocio de proceloso e injusto– aunque lo que no puede ni debe escapársele a nadie, en justicia, es que este discazo está llamado a convertirse, por su grandeza, en referente y –aventuro– en una de las mejores colecciones de canciones de este año y de los venideros, pues es intemporal.
🐁
Abriendo el retablo
A.M.
Pan y música
Pastor
Cajas de música
Buscador de oro
Me enamoré de una perra
No
Hamsterdam
Martillo a dedo
El búho
La rueda (pequeña máquina del tiempo)
El gato y el ratón
Soldadito de plomo
Sí
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