La historia de Apartamentos Acapulco atesora todo lo que una banda indie debería
tener; comienzos duros, esperanzas grabadas a golpe de intuición y dosis de
fantasía, son los pilares de toda formación que ha empezado de cero. Y “los
apartamentos” son de los proyectos que emergieron en el más absoluto de los
anonimatos, en una habitación, con la única compañía de buenas ideas y un par de
instrumentos.
El proyecto ya no es un castillo imaginado en el aire. Eso queda ya lejos. Ahora
Apartamentos Acapulco son una realidad que ha tomado forma en este "El Resto del
Mundo", su segundo álbum de estudio.
El cuarteto ha creado una obra que da permiso para soñar. Soñar envueltos en aire de
distorsión y llegar a la estratosfera, donde observar que todo va bien, como claman
en Estrella de los mares. Apartamentos Acapulco exprimen su honestidad hasta el
tuétano y la inyectan en el oyente. No hay nada que ocultar, más bien todo lo
contrario.
Esta nueva referencia discográfica puede cambiar la percepción del tiempo, que
pasa, en apenas dos pensamientos, de la inercia más aplastante a la reconfortante y
ingrávida pausa. Lo que no se transforma es el lugar, ese sitio donde anhelamos estar.
“Ya no puedo más” resuena en las entrañas de Regional Preferente, todo un
estandarte de sensibilidad pop detonado con cargas de distorsión y teclados que
alunizan al otro lado del cosmos.
A ellos poco les importa lo que piensen los demás,
como muestran en el corte que da nombre al disco. Su discurso les pertenece. Es
intransferible.
La Mujer y el Monstruo invita a cruzar fronteras, pero sin dejar de
mirar por el espejo retrovisor; El viento en la cara, el horizonte menos liviano por
momentos y las raíces bien amarradas a cualquier esquina de la Plaza Trinidad.
Escuchar "El Resto del Mundo" es asistir a un recital de desencanto con notas de
júbilo, es tragar el tequila de golpe para después morder la pulpa del limón.
Canciones como Nunca te Dije ó Camino de Ronda son nubes cargadas de melancolía
que atruenan en un día despejado, en una de esas jornadas que te permiten
columbrar la cima majestuosa del Mulhacén entre risas y copas, entre reojos y
agonías.
Shoegaze, synth, pop, rock... todo brilla en un delta regado con alma, a golpe de
corazón, con el fin de satisfacer al espíritu de aquella habitación primigenia, la que
los vio nacer y crecer.
A buen seguro esas cuatro paredes los adivina perdurar.
🚙
Algo que aplastar y pisotear
Estrella de los mares
Deseo
Regional preferente
El resto del mundo
La mujer y el monstruo
Nunca te dije
Camino de Ronda
Posible final II
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