-Yo inventé la clase media-
Fikasound 2019
-⭐⭐⭐-
Tras un silencio casi eremita de tan prolongado que era, tras casi 10 años sin decir esta boca es mía (con la salvedad de tres canciones muy puntuales), Los Directivos deciden romper su mutismo ante lo que es el abuso continuado de no pocos felones que viven inmersos en su atalaya cínica.
Imaginemos por un instante dos hipotéticos cometas cuyas respectivas órbita les hacen coincidir una vez cada nueve años en su punto de máxima proximidad a la tierra para volverse acto seguido cada uno por su correspondiente elipsis. Añadamos a lo caprichoso de la anomalía que la manifestación sea en España y en periodo democrático. Especulemos con que esos dos cuerpos celestes, con su sola presencia, provoquen confusión, instiguen revueltas e incluso detonen procesos de autodeterminación, en línea con todo aquello que se le atribuye a los cometas desde tiempos inmemoriales.
Eso ocurre con Claudio e Iñaki cada vez que se manifiestan, y ahora no iba a ser menos. Porque, de primeras, es imposible no barruntar al oír a Los Directivos si:
1-cantan lo que cantan porque piensan lo que están cantando.
2-cantan lo que cantan porque piensan al contrario de lo que están cantando.
3-cantan lo que cantan porque piensan distinto de lo que están cantando pero quieren asumir la perspectiva de alguien que sí que lo pensaría.
Es decir: Los Directivos, de base, te confunden. Y en dicha confusión te hacen sentir extraño al tararear sus canciones cuando realmente no terminas de saber por qué las cantan ellos y, por lo tanto, por qué las estás repitiendo tú. No pocos de sus seguidores seguimos sabiendo de memoria todas sus canciones de aquel celebradísimo "Por Amor y Jerarquía" aun siendo incapaces de rellenar a ciencia cierta un examen tipo test sobre la intención de las letras a una única pregunta con las tres opciones antes planteadas.
Ahora, tras su retiro, vuelven con el sonido característico de siempre pero amplificado con cierto empaque post-punk en la sección rítmica, cortesía de Roberto y David (Ornamento y Delito). Retornan con la ayuda de secuaces habituales (La Bien Querida colabora en 'Vichy catalán') y de otros de nueva incorporación (José Ignacio Martorell).
Abandonan el product-placement de El Corte Inglés en favor del de Vichy Catalán en claro guiño de concordia a ciertas autonomías. Acuden al rescate de un panorama cada vez menos dado a la ironía con una decena de canciones donde las hay tanto claras como opacas en cuanto a intenciones. Asumen perspectivas insólitas en cuanto a abordar luchas eternas (jóvenes contra viejos, con los primeros taxidermizados antes que los segundos) y tratar temas trillados (el desamor desde la óptica de un nostálgico de Gibraltar); luchan contra la obsolescencia utilitarista a la vez que se muestran beligerantes contra la paternidad como proyección de la persona indie en su prole; hacen canción protesta mostrándose opuestos al lenguaje inclusivo en la manera que es redundante por ser todos gilipollas sin excepción; vuelven a lo metamusical citando a Massiel, admitiéndose capaces de llorar por una canción pop y celebrando la valentía de aquellos críticos musicales que, luego de toda una vida pagando facturas a costa de los Red House Painters, descubren a los 50 que lo que se lleva es la cumbia y los ballenatos y se convierten.
Abandonan el product-placement de El Corte Inglés en favor del de Vichy Catalán en claro guiño de concordia a ciertas autonomías. Acuden al rescate de un panorama cada vez menos dado a la ironía con una decena de canciones donde las hay tanto claras como opacas en cuanto a intenciones. Asumen perspectivas insólitas en cuanto a abordar luchas eternas (jóvenes contra viejos, con los primeros taxidermizados antes que los segundos) y tratar temas trillados (el desamor desde la óptica de un nostálgico de Gibraltar); luchan contra la obsolescencia utilitarista a la vez que se muestran beligerantes contra la paternidad como proyección de la persona indie en su prole; hacen canción protesta mostrándose opuestos al lenguaje inclusivo en la manera que es redundante por ser todos gilipollas sin excepción; vuelven a lo metamusical citando a Massiel, admitiéndose capaces de llorar por una canción pop y celebrando la valentía de aquellos críticos musicales que, luego de toda una vida pagando facturas a costa de los Red House Painters, descubren a los 50 que lo que se lleva es la cumbia y los ballenatos y se convierten.
Y es que Los Directivos sólo quieren hacernos más llevadera esta época de cinismo.
🍞
Hola a todos
Vichy catalán
Los viejos
La derrota ortodrómica
Quién se acuerda de los sherpas
Pachamama
Wolframio y tungsteno
Terror en la carretera
Publicistas y azafatas
Lo mío y yo
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